Diego Alonso Hurtado Pizarro,
Académico de la carrera de Obstetricia
UNAB Viña del Mar.
La pandemia de COVID-19 ha sido un desafío para muchos aspectos de la Salud Pública y los Servicios de Neonatología no han sido la excepción.
En particular, la pandemia ha tenido un impacto significativo en el actual aumento de un cuadro clínico llamado Síndrome de Abstinencia Neonatal (SAN), una condición que se produce cuando los bebés nacen después de una exposición prenatal a drogas o alcohol y experimentan una serie de síntomas de abstinencia al nacer y además se asocia en algunos casos con malformaciones.
El principal factor que contribuye al aumento del riesgo de SAN es el consumo de drogas y alcohol durante el embarazo. La pandemia de COVID-19 ha exacerbado este riesgo al aumentar el estrés y la ansiedad en las mujeres embarazadas, lo que puede llevar a un mayor consumo de drogas y alcohol. Además, las restricciones de movimiento y los cierres de instalaciones hicieron más difícil acceder a los servicios de atención médica y rehabilitación.
El SAN puede tener graves consecuencias para el neurodesarrollo de los bebés. Los bebés que nacen con SAN tienen un mayor riesgo de alteraciones del neurodesarrollo a largo plazo, como retrasos en el desarrollo motor y cognitivo, comportamiento hiperactivo y problemas de aprendizaje, y se asocia a diversos tipos de malformación congénita. Es fundamental que estos bebés reciban atención médica y rehabilitación para minimizar estos efectos.
Para disminuir el SAN, es importante realizar una detección temprana del consumo de drogas y alcohol durante los controles de embarazo. Actualmente las mujeres embarazadas son evaluadas para identificar los factores de riesgo de consumo de drogas y alcohol, aun así se deben proporcionar mayores recursos y nuevas estrategias para prevenir el consumo. Considerando que una pronta detección de estos factores de riesgo para esta patología puede permitir una intervención temprana y reducir la morbilidad a largo plazo.
En resumen, la pandemia de COVID-19 aún repercute y ha agravado los riesgos del consumo de drogas y alcohol durante el embarazo, aumentando la incidencia de bebés que nacen con SAN. Es fundamental que se apoyen nuevas estrategias que optimicen el abordaje de los aspectos psicosociales de la pandemia, para facilitar la atención médica y rehabilitación adecuada a las mujeres embarazadas, minimizando las alteraciones en el neurodesarrollo en él bebe. Además, debemos tener en cuenta que la pesquisa temprana en atención primaria o ambulatoria de salud es elemental y puede prevenir el SAN, reduciendo su morbilidad. Es necesaria la ayuda y el apoyo en diseños de nuevos enfoques para la prevención dirigido en este nivel de atención, con objetivo de aumentar la detección precoz del consumo dichas sustancias, para garantizar la salud y el bienestar de los bebés y sus familias.