Juan Pablo Queupil
Académico e Investigador
CITSE – UCSH
La Agencia de Calidad de MINEDUC ha entregado los últimos resultados SIMCE de Lenguaje y Matemática, junto con los respectivos Indicadores de Desarrollo Personal y Social (IDPS).
En esta ocasión, y dada la aplicación del instrumento en noviembre del año pasado, tienen la particularidad de que reflejan, de una u otra manera, los efectos de la pandemia en cohortes de estudiantes de 4to básico y 2do medio.
Si bien pareciera no haber mayores novedades en cuanto a la tendencia de los resultados en sí, tales como las persistentes brechas de género en desmedro de las mujeres en matemática, potenciales efectos del uso de las TICs en la concentración para la lectura que afecta los resultados en lenguaje, o valoración de la presencialidad y efecto en los indicadores de convivencia y socioemocionales, es relevante destacar que la calidad educativa va más allá de estos y otros potenciales resultados.
Así, la Agencia ha destacado que, en base a los recientes resultados SIMCE, 116 establecimientos que estaban en la categoría de desempeño insuficiente han mejorado, a pesar de la adversidad de la pandemia. Si bien pareciera que este número es bajo, no deja de ser significativo el avance logrado por dichos establecimientos. De hecho, la propia Agencia logró sondearlos, destacando su liderazgo adaptativo y dinámicas de colaboración.
De hecho, estudios recientes han demostrado aquello, destacando a su vez el papel de las mujeres en roles docentes y directivos y aquellos profesionales más jóvenes en el sistema, destacando las estructuras más distributivas de la cooperación y liderazgo como elementos esenciales para el desarrollo de las capacidades requeridas para abordar fenómenos como la pandemia en los procesos socioeducativos.
En ese sentido, la educación es un fenómeno multifactorial, que integra también los aspectos relacionales entre los propios actores del sistema educativo, tales como estudiantes, docentes, directivos, asistentes de la educación, padres y apoderados y comunidades en general, interacción compleja a la que también se suma los entes estatales y la propia política educativa. Para obtener mejores resultados es necesario desarrollar y profundizar estos vínculos positivos e interrelaciones y no sólo analizar los distintos factores individualmente, sino que, con un prisma dinámico e interrelacionado, así como indagar en otros instrumentos, metodologías y estudios más allá de la prueba SIMCE, aunque en conexión con sus resultados.
Así, el análisis de los últimos puntajes SIMCE encubre tras sus resultados numéricos elementos a los cuales es necesario prestar mayor atención, como los obtenidos por el más de centenar de establecimientos que estaban en la categoría de insuficiente. Lograr buenos resultados como aquellos y particularmente en contextos de adversidad comprende valorar tanto a dichas instituciones, pero por sobre todo a las personas que allí se desempeñan. Sin duda, los resultados de su trabajo debieran inspirar a otros entes del sistema y llamar a la reflexión y debate sobre la importancia de la colaboración y del liderazgo en el ámbito educativo como dimensiones que como país debiesen seguir promoviéndose.