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4TIEMPOS PARA LA MEMORIA Música, poesía y danza de resistencia

A propósito de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado cívico-militar, de pronto mi memoria me hizo regresar a la fecha en que celebrábamos el Día del Profesor. 

No existía la distinción Profesor/Profesora, y aun eran tiempos en que, como decía mi viejo Profesor de Filosofía en la Universidad de Concepción, don Augusto Pescador Sarget, “lo masculino abraza a lo femenino”, y, por tanto, se entendía que se trataba de quien ejercía la labor docente, sin discusión.

Recordé, que, en el Colegio de monjas de mi pueblo del sur de Chile, cada curso mantenía su grupo artístico, ya sea musical, de teatro, de zarzuela, etc.  Y así, en 6° Básico, el 11 de septiembre de 1973, alrededor de las 12 del día, mientras disfrutábamos de una de las Comedias que teníamos preparada para celebrar a nuestra Sor Elsa Legat, en medio del barullo de los disfraces de los personajes en cuestión, alguien fue a tocar la puerta de la sala, y Sor Elsa regresó pálida y con los ojos desorbitados, con miedo.  Nosotras, solo mujeres, dada la línea colegial de la época, apenas prestamos atención cuando nos dijo que la actividad de celebración terminaba en ese mismo momento, y que alguno de nuestros padres tendría que ir a buscarnos para regresar a nuestros hogares. No era como hoy, que todos tenemos celulares, apenas había un teléfono en el sector donde vivíamos, y había que solicitarlo para cuando alguna mamá iniciaba los dolores de parto y llamar uno de los pocos taxis del pueblo, o la ambulancia del hospital, y como un gran favor solicitado a los dueños.

Nadie me fue a buscar.  Mi padre cumplía turno laboral en la empresa láctea de la zona, y mi madre siempre ocupada entre los hijos, la casa, y sus trabajos de confección de pantalones de huaso que entregaba a una de las tiendas más grandes del pueblo. Sin decirle a nadie, le pedí a una de mis compañeras de curso, que vivía a mitad de camino hasta mi casa, porque no había locomoción colectiva, y cada día, con lluvia, con sol, frío o viento, debía caminar 14 cuadras españolas cuatro veces por cada jornada de colegio.  Desde la casa de Luz María, a quien nunca más he visto desde entonces, me fui sola, mientras sobre mi cabeza pasaban aviones de guerra muy bajo, como cuando tiempo después estuvimos a punto de enfrentarnos en guerra con Argentina.

Al llegar a mi hogar, mi madre escuchaba, muy asustada, una emisora de radio de nivel nacional.  Algunas ya habían dejado de transmitir.  Vi que mis vecinos se encerraron junto a los niños con quienes jugábamos algún rato después de las tareas, y se produjo un silencio en que no volaban ni los pájaros. Hasta mi perro, enorme y hermoso, calló.

A partir de este recuerdo, transcurridos 50 años de la fecha aciaga, conversé con mis hermanos y les planteé la idea de realizar una actividad cultural en homenaje a la memoria que no debe perderse, aunque muchos quisieran que se borre, y por lo que significó en nuestras vidas de niños y jóvenes ochenteros, vivir la juventud en dictadura.  Por supuesto, familia de artistas, cantores, gestores culturales, poetas, cuequeros, historiadores, etc., sin mediar duda alguna aceptaron la idea. ¿Dónde?  Conversé con Natividad Novoa, amiga y compañera de carrera en Sociología UFRO, y comenzamos la preparación. Le comenté del Auditorio Selva Saavedra, que ya por varios años lo miraba con deseos de realizar alguna actividad cultural importante.

¿Y el recuerdo de ese día que describí antes? Bueno, así inicia la actividad a la que tengo el gusto de convocar a toda la comunidad regional y local: “Un martes 11 de septiembre de 1973 celebrábamos el Día del Profesor…”, libreto preparado por quien les escribe, con la voz de Patricio Sandoval y el trabajo técnico de Bernardo Cofré.

Tendremos música de la época, con Lucía Chacón y Vasti Michel, intérprete y cantaurora, respectivamente; Carlos Chacón con Lucía Chacón, el dúo de hermanos más maravilloso que conozco, hermanos míos, por cierto; “Agrupación Musical Encuentro”, con Jorge Lobos, Pablo Molina y Carlos Chacón; poesía social atingente; y danza, a cargo de la Bailarina y profesora, Sra. Georgina Araneda, de la Escuela de danza Dancerías, y sus alumnas Emilia Ponce y Paloma Dienner.

Por supuesto, debo reconocer públicamente el compromiso social y humano de quienes participan, porque esta actividad es realizada desde la consecuencia y el compromiso con la vida y la democracia, cada uno con su propio esfuerzo económico, laboral y familiar.  Mis respetos a todos los mencionados en esta publicación.

¿Cuándo? El 4 de septiembre a las 18 hrs., en el Auditorio Selva Saavedra de la Universidad de La Frontera (subterráneo de la Biblioteca Central), Campus Bello, Temuco, entrada liberada.

¿Quiénes invitan?  Litmu Social, Cultural y Educacional; y Centro de Estudios de DDHH UFRO.

¡Todos invitados! Recuerde llegar antes -comenzamos puntualmente- y silenciar sus celulares.

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