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¿Por qué la lluvia se intensifica alrededor de las grandes ciudades?

Un estudio reciente revela que el 63% de las principales ciudades del mundo reciben más lluvia que sus alrededores rurales. Entre el calor urbano, las turbulencias y la contaminación, descubra cómo las áreas urbanas modifican el clima local y aumentan el riesgo de inundaciones.

Las principales ciudades del mundo no son sólo centros de actividad económica y social, sino que también influyen en el clima local. Quizás hayas notado que metrópolis como Houston, Miami o Lagos parecen estar recibiendo más lluvia que antes.

Este fenómeno está ahora bien documentado: un nuevo estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, revela que casi dos tercios de las principales ciudades del mundo reciben más precipitaciones que las zonas rurales vecinas. ¿Pero por qué?

Las ciudades crean sus propios microclimas

La primera razón es el calor que producen las propias ciudades. Las ciudades, debido a su infraestructura y densidad de edificación, producen lo que se llama una “isla de calor”. Las superficies urbanas como el asfalto y el hormigón absorben calor durante el día y lo liberan durante la noche, elevando las temperaturas locales.

Esto aumenta la temperatura en las ciudades, a veces varios grados, en comparación con el campo circundante. Este exceso de calor altera la dinámica atmosférica, favoreciendo el ascenso de corrientes de aire cálido que contribuyen a la formación de nubes y, en última instancia, provocan más precipitaciones.

Los edificios también juegan un papel. Estas grandes estructuras modifican la circulación del aire, lo que puede provocar turbulencias, prolongar la duración de las precipitaciones y crear condiciones favorables para lluvias más intensas, especialmente en los lados de sotavento de las ciudades.

Los investigadores han observado que esta intensificación de las precipitaciones urbanas es particularmente marcada en climas cálidos y húmedos, como los de las ciudades africanas y tropicales.

La contaminación: un actor inesperado

Otro factor clave es la contaminación urbana, en particular los aerosoles. Estas finas partículas, procedentes principalmente de emisiones industriales y de vehículos, actúan como “núcleos de condensación”. En pocas palabras, facilitan la formación de gotas de agua al proporcionar una superficie sobre la que se puede condensar el vapor de agua.

Sin embargo, la relación entre la contaminación y la lluvia es compleja: en determinadas concentraciones, los aerosoles también pueden ralentizar la formación de gotas lo suficientemente grandes como para caer en forma de lluvia, enfriando la atmósfera.

El estudio también mostró que las ciudades costeras, como Lagos o Miami, experimentan precipitaciones extremas más frecuentes y de mayor magnitud en comparación con las ciudades del interior. La proximidad de fuentes de humedad, combinada con los aerosoles y el calor urbano, aumenta la intensidad de las lluvias, aumentando así el riesgo de inundaciones.

Los números para recordar

Entre 2001 y 2020, las precipitaciones urbanas aumentaron significativamente. En Houston y Lagos, por ejemplo, las precipitaciones anuales superan las de las zonas rurales circundantes entre un 10 y un 20 por ciento. En 17 grandes ciudades, las anomalías de las precipitaciones superan los 200 mm por año, creando auténticas “islas de lluvia”.

Por el contrario, algunas ciudades como Seattle tienen “islas de sequía”, con una caída significativa de las precipitaciones en comparación con las zonas rurales. Esto muestra la complejidad del fenómeno, donde los efectos varían según la geografía, el clima y la densidad urbana.

Desafíos a superar

El aumento de las precipitaciones en las ciudades puede parecer trivial, pero representa un enorme desafío, particularmente en términos de gestión de infraestructuras. Se ponen a prueba los sistemas de drenaje de aguas pluviales, a menudo diseñados para volúmenes de agua específicos. El riesgo de inundaciones aumenta, especialmente durante los períodos de lluvias intensas, que pueden alterar la vida cotidiana de los residentes y costar costosas reparaciones.

Integrar el tiempo y el clima en el diseño de las ciudades, o en los proyectos de reurbanización urbana, es una prioridad, como destaca la Organización Meteorológica Mundial. Una infraestructura resiliente, capaz de soportar precipitaciones más intensas, es esencial para afrontar estos nuevos desafíos climáticos.

Fuentes y referencias de la noticia:
– Sui, X., Yang, Z.-L., Shepherd, M., & Niyogi, D. (2024). Global scale assessment of urban precipitation anomalies. Proceedings of the National Academy of Sciences, 121(38), e2311496121.

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